Todas
ellas eran el resultado de las mismas operaciones. Lo que cambiaba era
la materia prima, la duración de los procesos y la vigilancia y fuerza
del fuego. Una meta intermedia era crear lo que se conocía como menstruo
y que lo que ofrecía era una multiplicación de sí mismo por inmersión
de otras substancias semejantes en fusión/disolución (según su
naturaleza) con éstas.
De
modo que se conseguía tanto la generación como la regeneración de las
substancias elementales. Estos no son los únicos usos de esta ciencia,
aunque sí son los más conocidos y mejor documentados. Desde la Edad
Media, los alquimistas europeos invirtieron mucho esfuerzo y dinero en
la búsqueda de la piedra filosofal.
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